En la Universidad de California Los Angeles (UCLA) pueden predecir lo que la gente tiene la intención de hacer con un bajo porcentaje de error. De hecho, dicen equivocarse menos que los propios sujetos. "Mucha gente decide hacer cosas pero luego no las hace", apunta Matthew Lieberman, profesor de psicología y psiquiatría de la citada universidad.
Después de haber realizado un experimento con 20 estudiantes voluntarios (10 hombres y 10 mujeres) en el que les mostraban varias imágenes sobre la importancia de usar protección solar y de haber analizado su actividad cerebral mediante un escáner de resonancia magnética nuclear funcional (RMNf), Lieberman y su equipo pudieron determinar cuáles iban a ponerse crema la semana siguiente.
"Tratamos de ver si hay sabiduría escondida en el cerebro", aseguraba hace unos días a Reuters Emily Falk, otra de las investigadoras del estudio. Antes de empezar el informe, que fue publicado el pasado 23 de junio en el Journal of Neuroscience, los participantes indicaron su actitud respeto a la crema solar y si pensaban usarla a lo largo de la siguiente semana.
De ahí que los investigadores digan que aciertan más que los propios usuarios. Tienen elementos de comparación. "Les hicimos un seguimiento sorpresa para ver si mantenían lo que habían dicho", aclara Falk. Sólo la mitad cumplió.
Los neurocientíficos lo explican por la actividad que registraron con el escáner en el área del córtex prefrontal medial, localizada en la parte delantera del cerebro, entre las cejas.
Al parecer, ahí se encuentra un punto clave, que se asocia con la conciencia de lo que nos gusta y nos motiva, y que los autores del estudio creen que puede explotarse en estrategias de marketing. Es decir, para saber si van o no a funcionar anuncios, tráilers o incluso campañas de salud pública.
Los resultados, dice el equipo de Lieberman, también podrían ser útiles para los profesores, que podrían saber cómo comunicar mejor con los estudiantes, o para los médicos, que tendrían más argumentos para convencer a los pacientes de seguir sus instrucciones.
El tema da de sí. Tanto que Falk y Lieberman ya piensan en preparar otro experimento para buscar otras regiones del cerebro que le den consistencia a la técnica. Próximo objetivo del equipo: predecir si la gente va o no a dejar de fumar después de ver ciertos mensajes motivadores.
Fuente: La Vanguardia