Radiografía del golf

Las cualidades psicológicas que hacen falta para jugar bien al golf son parecidas a las requeridas para dirigir una empresa. Los médicos aconsejan calentar los músculos antes de jugar, y comer e hidratarse durante el recorrido

La práctica del golf se ha multiplicado por ocho en menos de dos décadas. Ha pasado de ser un deporte elitista y desconocido a erigirse en la cuarta disciplina con mayor número de federados en España, después del fútbol, la caza y el baloncesto. Quizá porque, según sus adeptos, de no practicarlo a engancharse hay un solo paso: animarse a probarlo.

Son muchos quienes aseguran que la progresión del golf y su democratización están muy ligadas a la expansión y el auge del pitch & putt, que este año ha sido reconocido oficialmente como una especialidad de golf. Las menores dimensiones de los campos de pitch & putt (nombre que hace referencia a los dos palos básicos de golf y que designa campos de pares 3 cortos) facilitan la práctica de este deporte a un mayor número de aficionados, pues la exigencia física, técnica, económica y de tiempo que se requiere para completar un recorrido de poco más de kilómetro y medio es muy inferior a la que precisan los seis u ocho kilómetros de un campo de golf normal.

Ahora bien, se practique en campo grande o pequeño, los especialistas tienen claro que si el golf está en boga es por los beneficios que comporta, tanto desde el punto de vista físico como mental, y por la ausencia de limitaciones para su práctica a cualquier edad o con cualquier condición física.

En el campo uno ve jugadores altos, bajos, delgados, obesos, jóvenes, ancianos e incluso fumando. Una imagen que dista bastante de la que la mayoría de las personas asocia a un deportista o un atleta.

Pero los médicos lo tienen claro: el golf es un deporte. No supone un ejercicio físico vigoroso, pero sí notable, y jugando al golf una vez a la semana se cumplen las recomendaciones para llevar una vida saludable y ampliar la esperanza de vida. "El golf tiene los beneficios de un trabajo aeróbico de baja intensidad; es una forma de hacer senderismo mientras se va jugando, y viene muy bien a la gente que durante la semana no tiene tiempo de ir al gimnasio pero sí puede hacer este trabajo aeróbico el fin de semana", comenta Francisco Fernández, el preparador físico de la Federación Española de Golf.

Manuel Ángel Aragonés, reumatólogo y especialista en golf de la Federación Española de Medicina del Deporte, subraya que el hecho de que se practique al aire libre, en zonas con mucha vegetación y de poca contaminación añade ventajas al trabajo aeróbico e incrementa los beneficios del golf sobre el organismo. "Permite tomar el sol, respirar aire puro y, en silencio, recorrer de cuatro a ocho kilómetros andando", enfatiza.

Pero como jugar al golf no es sólo caminar, las ventajas de su práctica también trascienden las del senderismo. "Es un juego que exige mucha coordinación y ritmo para realizar el swing y dar a la bola, y que te obliga a efectuar un gesto lateral, de modo que su práctica mejora la coordinación de movimientos, ayuda a controlar la musculatura del cuerpo, a mantener el control postural y el equilibrio", explica Francisco Fernández.

Diversas investigaciones avalan los beneficios de la práctica del golf para el sistema cardiovascular, para la osteoporosis o para combatir la obesidad. El doctor Martin Stauch y su equipo de la unidad de medicina deportiva de la Universidad de Ulm, en Alemania, realizaron pruebas de esfuerzo y de medición del rendimiento cardiovascular a un grupo de jugadores de entre 43 y 67 años que permitieron evidenciar que, durante el recorrido, disminuye el nivel de triglicéridos en sangre y aumenta el del colesterol HDL, el bueno, de modo que la práctica del golf contribuiría de forma decidida a la prevención de enfermedades coronarias.

A conclusiones similares llega otro estudio llevado a cabo en Estados Unidos según el cual jugar al golf durante cuatro horas, recorriendo los 18 hoyos, comporta un gasto calórico de entre 1.200 y 2.300 calorías, activa la circulación sanguínea y disminuye los niveles de colesterol.

Claro que, en cuestión de estudios sobre los beneficios de esta disciplina deportiva, uno de los que más sorprenden es el titulado El golf cotiza en bolsa, un trabajo dirigido por Benito Pérez, responsable del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), que concluye que las empresas que cuentan con directivos que practican golf asiduamente muestran unos indicadores bursátiles más favorables que el resto.

"Si se tiene en cuenta que el golf es 90% mental, y el otro 10% también es mental, como admite Jim Flick, uno de los profesores más renombrados de Estados Unidos, no resulta tan extraño que, aplicado a la empresa, su práctica sea uno de los mejores entrenamientos en habilidades directivas", indica Benito Pérez. Y subraya que jugar al golf exige concentrarse, aguzar el ingenio y la mente para visualizar los efectos de los golpes, capacidad para planificar las acciones, una toma constante de decisiones (sobre el palo que utilizar, sobre la posición del cuerpo, sobre la amplitud del movimiento…), la necesidad de dar sentido a lo que haces, y de reaccionar y corregir errores sobre la marcha..., actuaciones todas ellas que suponen un entrenamiento en habilidades directivas. "Si quien juega al golf desarrolla estas capacidades, es lógico que luego le sirvan de ayuda en otros ámbitos de su vida", justifica el responsable del Instituto de Ciencias del Deporte de la UCJC.

El psicólogo Óscar del Río, que lleva más de una década entrenando a jugadores profesionales y amateurs de todos los niveles, coincide en que las cualidades psicológicas que hacen falta para jugar bien al golf son parecidas a las que se requieren para dirigir una empresa, pero enfatiza que los beneficios mentales que conlleva esta práctica deportiva "los sienten todos, no sólo los ejecutivos".

Pero que la práctica del golf tenga muchas ventajas y apenas contraindicaciones no quiere decir que no implique riesgos o no provoque algunas lesiones. "La preparación física y psíquica de los jugadores profesionales suele ser envidiable, y aun así sufren muchas lesiones y a veces tienen que pasar por el quirófano; entre los aficionados, las lesiones se multiplican", en especial las que tienen que ver con dolores lumbares, de muñecas y manos, advierte el doctor Aragonés.

Para minimizar los riesgos, el preparador físico de la Federación Española de Golf aconseja un entrenamiento básico que incluya ejercicios de equilibrio muscular, ya que los gestos técnicos de este deporte desarrollan y fuerzan más un lado de la musculatura corporal y conviene compensar esa diferencia, sobre todo en la zona dorsal y lumbar. "Hay mucha gente que hace pilates, pero también es aconsejable algún trabajo aeróbico, como bicicleta", apunta Francisco Fernández.

No obstante, más importante que prepararse físicamente para cuando se salga al campo de golf es que, llegado ese día, el aficionado no se ponga a dar bolas sin llevar a cabo unos ejercicios previos de calentamiento. "Los aficionados no dan mucha importancia a eso de calentar y luego sufren problemas de sobrecarga", dice Fernández. Cinco minutos de estiramientos, de ejercicios de movilidad articular y de ensayos del swing sin bola son suficientes, aunque deberían completarse con unos estiramientos de recuperación al acabar el partido.

También es muy importante controlar la hidratación y la alimentación durante el recorrido. "Hay que establecer una rutina de tomar líquidos cada hoyo y medio o dos hoyos, y de comer algo cada tres o cuatro", recomienda el preparador de la Federación Española de Golf. Eso sí, nada de refrescos con gas ni de bocadillos. Lo mejor es hidratarse con agua o con alguna bebida isotónica y, a la hora de comer, lo ideal es fruta, frutos secos o barritas de cereales.

En la prevención de lesiones los expertos otorgan también un papel decisivo a disponer de una buena información y formación. La primera, para elegir el material más adecuado para cada persona. "Si un palo pesa demasiado, hace que los músculos soporten más exigencia, y habrá más riesgo de sobrecarga para esa persona", alertan. Y la segunda, la formación, resulta imprescindible para no coger malos hábitos en las posturas y los gestos que originen sobrecargas musculares y acaben provocando dolencias lumbares. "Es aconsejable que los primeros pasos se den de la mano de un buen profesor que te enseñe los gestos técnicos y te corrija los errores posturales", sentencia Fernández.

Fuente: La Vanguardia